Son numerosos los estudios que han abordado el impacto psicológico que supone la infertilidad en la vida de una persona, aunque sigue siendo un tema tabú socialmente hablando, por lo que queda mucho camino para normalizar y visibilizar un tema que cada día es más común. De hecho, la prevalencia actual de infertilidad se sitúa entre un 15 y un 17% de la población. No es poca broma.
No poder tener hijos de forma natural afecta a todas las áreas de la vida. Evidentemente, afecta emocionalmente. Los principales síntomas psicológicos descritos son: sentimientos de inadecuación, ansiedad, miedo, culpa, estrés, problemas de autoestima, dificultad para tomar decisiones, incomodidad en las relaciones sociales, problemas de pareja, dificultad para conciliar y/o mantener el sueño, tristeza, sentimientos de soledad… Entre muchos otros inherentes al estilo de afrontamiento particular de cada persona.
La infertilidad se vive en silencio, está rodeada de mitos, tabúes y creencias limitantes que dificultan vivir el proceso con salud mental, por lo que cualquier cosa que por mi parte pueda hacer para normalizarlo, haré.
La información verídica es importante para comprender y poder decidir siendo parte activa del proceso.
¿Qué es la infertilidad?
La infertilidad es una enfermedad del sistema reproductivo humano que consiste en no conseguir un embarazo a término después de mantener relaciones sexuales sin protección durante 12 meses.
Esterilidad e infertilidad no son lo mismo. Cuando hablamos de infertilidad el embarazo puede producirse pero no llegar a término, pero con la esterilidad nunca se produce un embarazo.
La infertilidad puede ser primaria, cuando nunca se ha conseguido un embarazo a término, y secundaria, cuando tras tener uno o más hijos no vuelve a conseguirse un embarazo que acabe con un hijo vivo.
Si se trata de una enfermedad física, ¿por qué supone un impacto psicológico?
Un diagnóstico de infertilidad supone una crisis vital porque el proyecto de vida cambia de forma radical e inesperada. La vida que en tu imaginación habías ido tejiendo a lo largo de los años, de repente desaparece. Quedas enganchada a la incertidumbre que, a partir de ahora, te acompañará en tu camino.
No poder tener hijos de manera natural supone tener que vivir un duelo por la propia fertilidad. Es posible que antes del diagnóstico existieran sospechas de la infertilidad pero no es hasta el momento en que se da el diagnóstico en que se reconoce la pérdida, pudiendo llegar a suponer una crisis emocional grave, sumándole además, la soledad de vivirlo en silencio.
¿Qué pérdidas supone este duelo?
Aceptar la falta de control en algo que se suponía natural e inherente a cualquier persona.
Romper con la creencia de que la reproducción humana es sencilla.
Plantearse la posibilidad de no poder dar nietos a los padres.
Sentirse diferente al grupo de iguales.
Que las relaciones sexuales cambien su función perdiendo espontaneidad y disfrute.
Posibilidad de no vivir un embarazo.
Asociar la infertilidad con la valía como persona.
¿Qué aporta un psicólogo?
La labor de un psicólogo especializado es importante en este proceso porque, de no aceptar de forma saludable estas pérdidas, pueden cronificarse y dar lugar a patologías emocionales que dificultarán el afrontamiento de cualquier tratamiento de reproducción asistida.
Transitar este duelo con el acompañamiento adecuado aportará las herramientas necesarias para la posterior toma de decisiones y para poder afrontar la ansiedad y el estrés casi siempre presentes en este procedimiento. La información verídica y contrastada es importante. Conocer todo el impacto emocional que supone el diagnóstico resultará muy útil para saber cuáles van a ser los pasos para iniciar un tratamiento y para trabajar en generar respuestas psicológicas adecuadas, ayudando así a que las expectativas en relación a los tratamientos médicos sean realistas. Unas expectativas realistas rebajarán las posibilidades de sentir frustración y, por ende, ayudarán a vivir el tratamiento con menos angustia.
El acompañamiento psicológico se centrará también en elaborar un nuevo proyecto de vida y en el entrenamiento para la toma de decisiones conscientes y desde la calma.